jueves, mayo 27

En cada ser anida la ampolla de los afectos, frágil. La ampolla verde, la ampolla de la tarde.
~ Osvaldo Lamborghini

Porque en la realidad era yo tan indefinido y estaba tan desecho como en el sueño. Atravesé hace poco el Rubicón de la ineludible treintena, crucé la frontera, según mis documentos, y mi apariencia semejaba la de un hombre maduro y, sin embargo, no estaba maduro. ¿Qué era entonces?
~ Witold Gombrowicz


Sé un ingeniero recibido y serás hombre por añadidura. Pero yo no quería ser un hombre por añadidura. Yo quería, primordialmente, ser un hombre.
~ Leónidas Lamborghini


por el milagro de la palabra. por ser el día que es:

la biblioteca de babel en su burbuja
un paseo en la escoba
de una bruja
una clepsidra de oro con agua
de deshielo
un globo colorado para el niño
una tarde de verano con jazmines
un feriado que dure lo que un año luz
para el jardín de amor: una odalisca y una bayadera
para el adolescente una quimera
y para el hombre, paz
y gotas de rocío
y Sherezada
con su tul
de historias
infinitas
contadas
al oído de la noche.

¿qué más?
la determinación de una mañana fría
la infinitud del mar
la fuerza de las olas
el asombro ante el reloj de arena
y la dulzura agreste
de lo cotidiano.
poder decir
Yo Soy
poder decir
Yo Quiero
poder sentir al tiempo
sin enojo
poder ser vendaval
y agua tranquila.

feliz cumpleaños

lunes, mayo 24

...
Everyone says "I love you"
The cop on the corner
And the burglar too
The preacher in the pulpit
And the man in the pew
Says "I love you."
Everyone, no matter who,
The folks over eighty,
And the kid of two,
The captain, and the sailor,
And the rest of the crew
Says "I love you."


Ah sí, finalmente esa chica se ha quedado con el príncipe, pero éstas no son bodas, son meras fantochadas, ilusiones de cartón pintado, habla consigo misma mientras sus manos le sirven de abanico. Pero cómo es que nadie ha dicho ni una palabra, ese vestido es más pesado que frazada en día de diluvio y no sé quién le hizo creer que esas crenchas mal recogidas le sientan bien. Vuelve a abanicarse y recuerda que alguien alguna vez, durante alguna otra boda, le pidió que no fuera malediciente, que todas las novias son bonitas. Deningunamanera, he asistido al casamiento de varias cucarachas apestosas, respondió en esa ocasión. En verdad eran muchas las bodas que había visto, pero nada hubo que tuviera que envidiarles: también ella habíase casado de riguroso blanco notanblanco, porque si de algo no se jactaba, ni se jactó jamás, válgame el cielo, era de hacer gala de esa hipocresía que tanto gustaba a la familia. Tiza fue el color de la organza que la abrigó durante su propia ceremonia, tiza para dar a entender y que se sepa que ya había su cuerpo albergado al pequeñajo que correteaba y daba gritos el día de la boda. No era puro su cuerpo, no, aunque sí sus intenciones y por eso llevaba --aun dudando de Dios y de los Santos todos y habiéndolo confesado ante quien correspondía-- un rosario de cristal de roca que se escurría entre sus dedos finos como gotas de rocío en un gladiolo. Recatadas líneas ostentaba el manto que cubría sus omóplatos de mariposa, bordado con círculos y meandros y con sinusoides estelares: que no se viera la piel, porque la piel la había perdido, que nadie atisbara ese lunar en el hombro que de tanto ser besado terminó por transformarse en el único culpable de los hijos, en la estrella más nórdica de todas sus contradicciones. No tuvo otras flores ese día que las que se desparramaban en la tela del vestido: ¿para qué agregar más primavera a la que ella misma llevaba en sus ojos? Caminaba erguida sobre la alfombra colorada y escuchaba complacida los ohes y ahes que se hubiera dicho brotaban de sus pasos. Esa había sido una verdadera boda. No estas parodias de principitos caprichosos, donde no hay amor, ni dignidad, ni nada. Cerró la revista con cuidado. La guardó junto a las otras, junto a su propio álbum, porque al fin y al cabo, ella también había sido una princesa. Qué tanto joder.

lunes, mayo 17

...

tut-tut-tut-tút
Su atención por favor.
tut-tut-tut-tút
Su atención por favor.

Se solicita a los señores blogeros, weberos y a cualquier otra subespecie cibernáutica que en este preciso instante se encuentre olisqueando estos parajes, digo, se solicita un minuto de su amable atención. He aquí una noticia que revolucionará la historia de las librerías, de los libros y de los bibliófilos: ya abrió la bouquinerie,

***CLUB BURTON***

Sita en la calle Estados Unidos 700, en el antiquísimo y mágico barrio de San Telmo.

Repito:

Abrió la librería,

***CLUB BURTON***

Atendida por sus dueños, la bella Patricia Malanca & y el hagiográfico Marcelo Gargiulo.

Si Ud anda tras las obras completas de Lenin, la historia del arte de Elie Faure, alguna primera edición de Borges, Arlt, Cambeceres o Walsh, una de las mil copias de la edición de “Las mil y una noches” traducida por Richard Burton, o esa miniatura en hebreo que con tanto empecinamiento se negaba a aparecer, deje de preocuparse: Patricia & Marcelo se ocuparán por Ud. y acercarán a sus manos esa joya de la literatura que siempre soñó poseer. De paso, si Ud. se siente muy aburrido y con ganas de conversar, ellos le dan charla, y si no quiere hablar, se repantiga tranquilamente en el comodísimo living-room y lee todo lo que se le antoje sin que nadie lo moleste. Eso sí: sanguchitos, no hay.

Vaya a visitarlos. Después no diga que yo no le avisé.

miércoles, mayo 12

Tuve la fortuna de tomar un taxi cuyo conductor era salteño y, de yapa, contaba chistes. Me hizo reír tanto que, como suele sucederme cuando me dan tales arrebatos, creí que iba a parir ahí mismo. No voy a repetir todas las cosas que me dijo, en parte porque no las recuerdo, en parte porque no se me da la gana. Pero hay un par de chascarrillos que merecen la pena ser compartidos. Lo divertido del asunto es que el tipo los iba enganchando en seguidilla, en tanto los sazonaba convenientemente con su acento norteño. De manera que por ejemplo me hablaba, así como así, del “loro excitado” a cuya mención no me quedaba más que preguntarle: ¿Quién es el loro excitado?. Kirchner. ¿Kirchner... por qué?. Porque tiene un ojo mirando siempre a la concha de la lora. (sic.)

Cuando llegamos a Diagonal Norte comenzó a despotricar contra los avestruces. ¿Qué avestruces? Los piqueteros. ¿Y por qué los piqueteros? Porque tiene la cabeza chiquitita y no pueden pensar, tiene el culo enorme de no hacer nada y te dejan los huevos así de grandes. (Hago caso omiso de cualquier implicancia social, a los fines de no perder la hilaridad). Lo que pasa es que claro, Menem los dejó a todos en pelotas, y desde que anda con la peruana esa... ¿La peruana? ¿qué peruana? La Bolocco. Pero si es chilena. Será chilena pero es como una peruana. ¿Por qué? Porque en Perú tienen las ruinas de Machu Pichu. Ah... ¿y? Y ella tiene el macho con el pichu en ruinas.

Es todo por hoy.

Espero no haber ofendido a nadie con tanto reporte soez.

lunes, mayo 10

El estigma del deseo insatisfecho o La bolsa por la que se da la vida

Justo adelante: una cartera Louis Vuitton. Qué raro, en esta línea y a estas horas. La Louis Vuitton no debe ser genuina, a juzgar por el tapado desvaído que le hace de socio o por la falta de glamour y las ojeras de quien –frente a mi asiento– la sujeta con fiereza. Tanto lío por una carterita de morondanga: seguramente es una burda imitación.

...

No, no, querida, no soy falsa: por mí muchos billetes se han pagado, unos cuantos alardeos pretensiosos y otras tantas fantasías. Desde el escaparate yo escuchaba siempre ese continuo martilleo: Louis Vuitton, yo te deseo porque al poseerte también seré deseada como ahora lo eres tú. Y así, cuando te tenga, violaré con dedos ávidos tus cierres, cerrojitos y bolsillos: una y otra vez en busca del labial de color rojo, del espejo que me invente esa belleza que no tengo. Así querrán los hombres poseerme, las mujeres envidiarme, mi adorada Louis Vuitton.

¿Ves querida? soy auténtica porque –aun cuando yo misma haya nacido en Korea– ustedes, las mujeres me legitimizan con su tonta devoción de American Express; en mí depositan no sólo polvos y pinceles y pañuelos: yo guardo las pulsiones del más recóndito de sus orificios. Soy la esquina donde se oculta el abatimiento de las hormonas, donde el bonsái de lo esencial se lleva a cabo porque yo soy lo esencial. Soy tu cartera Louis Vuitton, y sólo tuya. Soy tu mariposa de cereza, tu alma de colores, tu arco iris. Y conmigo, tú ya no eres tú: eres mi portadora (y sólo eso) aunque te creas una fémina de oro y brillos varios, aunque te sientas sexy y codiciada como la estatuita de un Rolls Royce.


...

Louis Vouitton me observa desde la asfixia que le imprimen las manos de su dueña. Qué extraño. Yo nunca quise una, porque a mí Louis Vuitton me chupa el huevo que no tengo. Y sin embargo... Recuerdo aquella tarde en Piazza Spagna, sorbiendo despacito la pajita de la coca, sentada en el Mc Donald’s (nadie es perfecto, excepto, al parecer las poseedoras de las famosas LV); o caminando sin rumbo por los Champs Elysées, alienada con tanta ajena elegancia... Sin embargo alguna vez he dicho “Japonesa hija de puta, mirá todas las carteras de Louis Vuitton que se compró y yo, ni para la etiqueta de una billetera”.