son las ocho de la mañana y hace media hora que xx salió de su casa con el propósito de hacer su caminata diaria. el día promete horas soleadas por lo que xx se siente particularmente de buen humor. al llegar a una esquina se detiene a esperar que cambie el semáforo. xx nota que hay olor a pan caliente en el aire. antes de cruzar la calle piensa en zz no sin un dejo de melancolía y se dice que zz es a xx lo que un sándwich de jamón de jabugo a un hipertenso (y cómo le agradaría probar un poco aún a riesgo de empeorar su situación). de pronto xx imagina al hipertenso persiguiendo al sándwich que, pendiendo de la punta de una soga, se balancea ante su mirada ávida sin que éste pueda alcanzarlo jamás. peor aún, ahora ve una pieza entera de jamón --la comida favorita del hipertenso cuando no era hipertenso--, que dotada de un precioso par de alas de recortadas en cartulina y algodón, revolotea a su alrededor, se detiene delante de sus narices y le exacerba el sufrimiento sin piedad alguna. en la mente del hipertenso se suceden imágenes de sí mismo saboreando el jamón en daditos, o en fetas, o simplemente hincándole el diente sin haberlo cortado. xx se dice que ya es tiempo de abandonar esa clase de ideas, que lo mejor será olvidar por completo a zz y llevar una vida sana y libre de colesterol. sin embargo, al pasar por una panadería el aroma crepitante de medialunas recién horneadas vuelve a recordarle a zz. xx entra y compra media docena. por supuesto, se las come todas.
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