martes, febrero 24

Y por qué no una cápsula de realidad. He aquí mi rededor:

-Una foto de una esquina de Beacon Street y vayasabercuál, Boston, en un día nublado.
-Un par de impresiones color de unos Kasimir Malevich pre-cuadrado-negro-sobre-fondo-blanco (que para suprematismo me pongo a pintar yo con fibra sobre el escritorio y es más o menos parecido)
-Un poema de Pessoa ~ Tenho tanto sentimento / que é freqüente persuadir-me / de que sou sentimental / etc.
-Un poema de e. e. cummings ~ If freckles were lovely, and day was night / etc.
-Un cuadradito con un tipo andando en bicicleta como si en eso se jugara la vida, de Natalia Gontcharova (Ok, en algún momento creí interesarme por la vanguardia rusa aunque no entendiera nada. Estas son las reminiscencias físicas de tales inquietudes)
-Un soneto de Shakespeare que habla de cuando se hace la hora de tener hijos muy à propos.
-Una mini colección de seis CD intitulada “Les très riches heures du moyen age” con música sacra y de la otra, especial para la hora de la siesta.
-El cantar de los cantares.
-Un libro de cuentos de Herman Hesse.
-Fundamentación de la metafísica de las costumbres, de Kant, libro al que no leyó ni el propio Kant.
-Una caja de carilina marca Elite.
-1984.
-Una botella de Coca-light en vías de extinción.
-Dos teléfonos al mejor estilo Susana Giménez (aunque uno está desenchufado y no cumpla otra misión que la de conturbar con su presencia el poco espacio del que dispongo, es decir, no sé por qué razón todavía no lo tiré al carajo)
-Una cinta scotch.
-Un almanaque del año pasado.
-Una obra maestra de Lucas (Lucas mi hijo, no Lucas Cranach).
-Dos portarretratos con los hombres de la familia.
-Obscenamente abierta, una cartera (la mía) de la que brotan toda clase de papeles poblados de tutiplenes.
-Carpetitas cristal apiladas en el más completo desorden con información acerca de los millones de negocios que me ha tocado en suerte analizar.
-Un libro de macroeconomía.
-Dos o tres vasitos de plástico vacíos (en el mejor de los casos).
-Una taza/jarrito que hace las veces de portalápices sin lápices ni lapiceras.
-Caramelos Stani de cereza.
-Una computadora y sus respectivos accesorios, de cuyas funciones no hace falta que hable en esta oportunidad ni en ninguna otra.

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