jueves, noviembre 13

A veces no puedo dormirme pensando en si Alan Greenspan sigue aún al frente de la Reserva Federal o si en realidad fue recientemente destituido y algún otro economista de baja laya ocupa su lugar sin que nadie me haya puesto en autos. O como diría Octavio Paz: "Todo desemboca en esta eternidad que no desemboca"

Digo yo, ¿que andás urdiendo si la noche no te encuentra y si te he visto no me acuerdo? Si te he visto es imposible que olvidado haya lo que me incumbía. El problema o avatar es que dejé la cámara emprestada. ¿Emprestada a quién? No sé, han de haberla sustraído en algún instante de distracción y ahora. Ahora no tengo a quién mirar. No tengo a quién escudriñar, se me acabó el zum-zum (cuestión de melodías) y es tiempo de apuntar hacia la zona umbilical. Umbría como pocas me parece el área: sobre todo si no está preñada la dueña del pupo. No está. Y bien que hoy le sacó chispas. Fosforito viene, fosforito va, linda fogata se mandaron los cochinos. Y sí, si es pa’ garchar, siempre hay espacios borrascosos donde el estambre se desmadre y ¡oh! he aquí el jolgorio. Pero ni hablar de discurrir en cuestiones tenebrosas porque lóbrega se insinúa la verdad cuando no quiere ser mostrada. Yo te dije, yo te lo advertí, un día si gustás yo te la hago explícita y que sea lo que Él quiera, hagasé su voluntad, primer motor inmóvil. Pero habíamos afirmado, hacia el amanecer del texto, que de Él ya no hablaríamos: habíamos aceptado la derrota, la desventura de la soledad, el engranaje aquél desvencijado y sin muescas ni orificios que lo avalen. Él no es lo que creías: aunque resulte difícil explorar el territorio implicado en tal afirmación, aunque no quede más remedio que transitar de espaldas el revés de la existencia.

De todas maneras, el quid es que sin cámara no puedo llevar el registro de los personajes, zoom fulano, zoom mengano, ya no más. Tendré que elucubrar una nueva metodología, otras formas de hostigar a la experiencia y enclaustrarla en las latas (oxidadas) de la literatura.

¿Es que queda otra cosa diferente que hacer literatura?

El aplazamiento de la experiencia no es más que una ficción: escribir es la experiencia de la experiencia y no por eso es menos intensa. La urdimbre de l tejido no es menos importante que el tejido mismo. El proceso por el cual se llega a la novela, a la conformación del universo paralelo no es menos importante que el producto, aunque sea olvidado con el tiempo y (con suerte) sólo a unos pocos les interese. Pongamos por caso las nóveles figuras del panorama literario actual. Pongamos-me por caso en el ocaso. Acaso. Qué es lo que se forja además de la red, del entramado en el que quedan presos cada uno de los personajes, qué es lo que se crea además de la historia que se cuenta. Nace, apodíctica, la experiencia enajenante de la creación, la posibilidad de ser dentro del ser, la increpación constante de la realidad.

Zoom mí misma.

Espectoremos una endoscopía y hagamos caso omiso de cualquier arcada (que pudiera aparecer). Si la miramos bien, la aspiración no tiene nada de malo. Sufro: “Hoy por hoy estoy deprimido. Me levanto de un frasco para echarme en otro” Mí misma es un cúmulus nimbus, un tilde mal puesto, un sujeto tácito, un terror de ortografía, una guinda en la cúspide del choripan. Mí misma es una ciclópea vagina hambrienta. Mí misma se transforma en vegetal tintóreo o sincopado que aguarda ansiosa al gran espadachín que la arremeta. O bien que se la meta. En la cajeta. Mi misma imagina amores indiscretos, romances de parada de colectivo, conversaciones escanciadas en tertulias de esas a donde nunca fue invitada. Mí misma pretende que garabatea una novela sin accesos y probablemente, sin excesos. Mí misma se va a dormir, que ya es de noche. ¡Joder!

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