lunes, noviembre 17

Soon he had covered ten pages with poetry. He was fluent, evidently, but he was abstract. Orlando. V. Woolf

¿Y cómo le fue hoy?

Gran desilusión se anuncia de argamasa: engrampada dejaría a la humanidad toda si eso no me incluyera. Exactitudes al margen, usted tiene que aprender, no sólo a no decir, sino que tiene que aprender a no escuchar porque de eso se trata. De no hacer caso y de no prestar. Porque las cosas importantes no se prestan: no se prestan los libros, no se prestan los discos, no se presta la atención. Entonces, si de repente se encuentra rodeada de íncubos parlantes que no pueden hacer nada demasiado diferente de trivializar –o mejor: tribalizar– todo aquello dónde usted buscaba ávida un significado (busque, busque que por ahí algo se le aparece); si de súbito se asquea con el contenido del tubo de ensayo después de tanto empeño desperdigado en torpes experimentaciones; si la vergüenza por el egocentrismo ajeno le acribilla la conciencia de lo vano (puesto que sabe que lamentablemente usted tal vez se les parezca demasiado).

Entonces: usted ha caído en las trampas de la ingenuidad. No existen las hadas. Solamente las personas y sus ineluctables secreciones ¿o acaso no estaba enterada? Es que yo no leo el diario. Vamos, vamos que a mí no me engaña. De acuerdo: soy también eso que eufemísticamente se llama ser humano y tengo, por fuerza, que saberlo; el problema es que a veces me empecino. Y ahí es cuando se desilusiona y se siente poca cosa. ¿Quiere que le cuente? No, de ninguna manera: usted me aburre tanto como la primavera a los pingüinos. ¿Es eso mucho? Me atrevería a decirle que sí.

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