lunes, noviembre 24

Elige tu propia aventura:

I- Juan pertenecía a la clase de hombres que se preocupan más por no manchar las sábanas que por su propio placer y, por supuesto, que por el de su compañera.

II- Era uno de esos hombres que está más interesado en no dejar rastros en las sábanas que en dejar algún rastro de felicidad en el cuerpo de su amante.

III- La posibilidad de una sábana manchada empañaba cualquier intento de goce, de manera que el momento culminante del amor nunca era tal, sino más bien un leve temblor acompañado de una sucesión infinita de tribulaciones domésticas

IV- La búsqueda de nuevas posiciones, la creatividad a la hora del sexo no eran en Juan el producto de una tremenda capacidad de amar ni de un deseo desenfrenado e imaginativo, sino que, lejos de ello, constituían el reflejo del pavor y del asco que le causaba mojar las sábanas con su propio semen y, aún peor, el hecho de que la mucama se convirtiera en un testigo indirecto de sus actividades amatorias con las consecuentes indiscreciones que esto pudiera traer aparejadas.

V- A Juan no le gustaba ensuciar las sábanas después de cojer, más por esas reminiscencias de falso respeto a la vieja que algunos tipos llevan consigo toda la vida, que por la suerte de las sábanas mismas (total, no era él quien iba a terminar lavándolas). Así que la cuestión concluía siempre en un “Nena, a ver correte pero no te muevas mucho que vas a hacer un enchastre”

0 Comments:

Publicar un comentario

<< Home