De cuando a Palestrina se le quemó el fondo de la cacerola por obra y gracia de una doncella engolosinada y se vio empujado a concluir que "hay gente que es irremediablemente caprichosa, mejor será que me dedique a tejer punctum contra punctum y que la posteridad me recuerde por mi música y no por la melaza pringosa y derretida en la olla de cobre"
Cuidado señorita, qué son esos modales.
¿A mí me dice?
Sí a usted, qué pasa, ¿se hace la distraída?
¿Distraída yo?
Yo nunca,
no,
yo no, qué va.
Aléjeme los dedos de ese caramelo
que ya se sabe que con baba después
se pegotea y
Pego el caramelo, me lo chupo todo.
(Mire la tea que se apaga
ssshhh!)
Qué bárbara, qué bestia, vayasé. No voy a permitirle:
imagínese el enchastre,
el pegote
o porquería.
Imagínome ¿Y entonces?
Y entonces, ya lo he dicho, no me toque el caramelo
que se pasa de punto
y se incinera.
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