martes, noviembre 25

Breve Historia a Ilustrarse de los orígenes de la suite como forma musical

Érase una vez un minnesinger
del flautista de Hamelin primo lejano
de gracia Sigiberto de Gembloux
allende las ciudades conocido
juglar itinerante y
de versos forjador menesteroso.


Romance de Sigiberto:

Consistía el noble oficio
que el minnesinger labraba
en dulces trovas cantar
del laúd acompañado;
solía el hombre pasear
atravesando comarcas
y huyendo así de la Parca
se le podía encontrar.
Suspiraban por su amor
señoras y castellanas:
porque además del laúd
de su porte y su hermosura
buena parte conservaba
de la blanca dentadura.

Eran épocas de pestes
de traiciones y de hambrunas
andaba de feudo en feudo
Sigiberto de Gembloux
ganándose su comida
o de buen vino una bota
cuando no quedaba gota
para el señor ni sus deudos.

En arribando a Bretaña
en un castillo paró
y allí eran tantos los muertos
que solitario se halló
como en Hesse según me cuentan
se hallaba el lobo estepario.

Bordoneando su laúd
muy pronto lo sorprendieron
mil doscientos esqueletos
que acompasados movieron
los huesos que los formaban
¡A mover el esqueleto!
se dijo el buen Sigiberto
mientras con fuerza empujaba
una pesada osamenta.
Dejando su mente atenta
acomodóse en un banco
disponiéndose a entonar
con astucia sus estrofas.

Aquí me pongo a cantar
al compás de mi laúd
que el hombre que su ataúd
ve hasta en sueños arrimarse
la música ha de tocar
para así no amedrentarse.
Como afinarlo no puedo
compondré en el mismo tono
primero una alemanda
alegre y dicharachera;
la zarabanda le sigue
solemne cual vaca encinta
y si estuviera en la pampa
haría una chacarera
empero Francia me acuna
y la edad es la edad media
de modo que una gavota
pergeñaré a toda prisa
esparciendo mi elegancia
sobre esta tonta comedia.
Y si a alguien le da risa
que se ponga en mi lugar:
hay que animarse a trovar
cuando la Parca anda cerca
que si la perra arremete
no se la puede evitar.

De tan alegre la música
de tan bellas melodías
bailaron los esqueletos
hasta que despuntó el día.
Pero la Parca no es boba:
por más que disimulara
nuestro dulce trovador
en medio del alboroto
lo descubrió traicionera
y por atrás lo tomó
cuando plañía una giga.

Desta suerte concluyó
sus días de buen juglar
en componiendo una suite
que nadie pudo escuchar.

Aclaración para el vulgo: Durante la Edad Media y aledaños los músicos debían volver a afinar sus instrumentos cada vez que deseaban cambiar de tonalidad ej: de do mayor a la menor, de sol mayor a re mayor, etc. Esto tomaba demasiado tiempo, sobre todo si la actividad se llevaba a cabo en medio de un baile: las parejas de danzarines hubieran tenido que detenerse a esperar a los músicos lo cual hubiera resultado en extremo aburrido. Por lo tanto, cuando se tocaba una danza tras otra (suite) la astucia de los músicos los llevaba a alternar el carácter y el movimiento de las mismas, de manera que a una danza alegre y relativamente agitada seguíale una más bien lenta y de temperamento grave y así hasta finalizar la sucesión. Es por eso que los compositores de siglos venideros, como JS Bach, aún cuando no se enfrentaban con el problema de tener que afinar el instrumento para cambiar de tonalidad, mantuvieron la tradición componiendo todas las danzas de una suite con la misma armadura de clave.

Cumpliendo así con nuestra humilde misión educativa, podemos retirarnos a acometer deberes no menos loables, aunque, por qué no admitirlo, seguramente mucho menos interesantes.

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