lunes, septiembre 8

Un día X en la vida de una mujer Y, dos hombres R, S, todos empleados por la empresa Z:

Un gerente con bigotito idiosincrático se arrellana en el sillón y dice:
–Estuve en México, trabajando sin cesar durante más de quince días. Se trata de un proyecto estratégico para la empresa.
Su interlocutor, otro gerente de anteojos y cara estirénica al estilo Joe 90, lo mira fijamente –estamos hartos de tus felonías, de tus despilfarros, el color de tu piel te delata infame perro– y con calma comenta:
–Deberíamos presentar los números al directorio cuanto antes.
–Por supuesto.
Y Bigotito Idiosincrático, su dedo opresor contra un botón indefenso, grita a la mesa, al aparato, sonriendo con autosuficiencia, él es un ganador, es un farsante.
–¡Analista! Apersónese inmediatamente en mi oficina.
La analista económico-financiera –hoy con falda– se presenta y emite solícita un:
–¿Llamaban?
Anteojos toma la palabra, él también puede ser amo y señor: habla adueñándose del territorio, bisbisea alguna cosa incomprensible y ordena a las piernas de Analista Económico-financiera la preparación de un informe que verse sobre el Proyecto Estratégico.
Las piernas contestan, decididas, transformadas en coreutas griegas o en dóricas columnas parlantes:
“Jamás imbécil”.
Analista Económico-financiera, quien conoce los precarios beneficios de la diplomacia:
–Por supuesto, enseguida. ¿Querían algo más?
–No, vaya tranquila.
Se retira y con ella se va el secreto enojo que le producen las camisas con gemelos y esa estúpida prolijidad de cancha de golf de la que hacen gala los Gerentes.
Analista Económico-financiera ya se olvidó qué es lo que tiene que hacer.

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