El jardín de las delicias
Antonia:
Busco señor correcto y educado. 50-65 años, caballero y con la situación económica resuelta para conversar acerca de cosas de la vida. Daré prioridad a aquéllos que tengan conocimientos de jardinería, específicamente de cultivo de magnolias. Quien esté tan interesado como yo en disfrutar del otoño de la existencia que envíe un mail a: antonia@encuentresupareja.com.ar. Prometo contestar.
Maite:
Sí, sí, a vos te estoy mirando, a vos, sonrisas. No te hagás el desentendido que yo sé --porque yo sé todo-- yo sé que desde hace más de media hora estás esperando que me cruce de piernas. Desde que entraste y me viste estás tratando de adivinar de qué color es mi bombacha (qué dirías si te cuento que no uso, ¿eh sonrisas?). Pero vos no pensás en ropa interior. No, no: vos pensás en lo que hay en el interior de la ropa (no pensás, rogás por más) y querés que te muestre... Ahora sí, así. Ahora se me sube la pollera y qué calor: abrocho y desabrocho varias veces el botón de mi camisa (qué mirás, decime qué mirás) y queda abierta justo para... por favor otro café.
Carola:
Me tenés harta. Harta entendés. Llegás a cualquier hora, hacés lo que se te da la gana. Pero esto no va más. ¿Mescuchás? Esto no va más. Vas a tener que conseguirte a otra para que te lave esos calzoncillos mugrientos que te sacan todas las mujeres menos yo. ¿O acaso vostecrés que a mí no me mira nadie? Hace rato que me podría haber ido. ¿Mescuchás?. Siglos. Pero no. Me quedé con vos como una idiota. Pero se terminó. Tedigoqueseterminó. ¿Mentendiste?
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