"Los circunloquios de Clodo" o "Crónicas de una visita al supermercado"
Doña Clodovea pensó:
“Si mi marido no me dice nada, ni linda, ni fea, ni nada de nada, mejor me compro un libro de cartas de amor --el libro, a sólo tres pesos o un dólar emitiendo señales luminosas desde el escaparate-- así por lo menos me hago ilusión de que quizá exista la posibilidad de que alguien, alguna vez, por qué no”
Tomó el libro con temblorosa emoción. Muy cerca, la sección verdulería le saldría al paso.
Clodovea consideró:
“Las ciruelas de California... qué hermosas son! --las orondas ciruelas suspirando nubes de perfume, mezcladas promiscuamente en el cajón, a sólo veintidós pesos o tres dólares con centavos, cómpranos Clodo, te haremos felíz, no ves cómo gozamos nosotras de nuestra propia compañía-- No, de ninguna manera: las ciruelas son un lujo que no puedo darme”
Clodovea continúo escrutando la fruta:
“Y las manzanas --rojísimas, atigradas: exultantes, a sólo dos con sesenta y nueve o casi un dólar, muérdenos Clodo, muérdenos y sabrás qué es eso que te falta y aún no eres capaz de expresar-- qué vergüenza, carísimas también, si hubieran estado a este precio cuando lo de Adán, ahora yo sería otra mujer!"
Clodovea se acomodó la falda y se fue indignada con Juan Rulfo por toda compañía. Tal vez él...
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home