Hammerklavier
Donde se cuenta la manera en que un ilustre compositor se aparece una mañana ante la puerta de Frau J y de cómo ella palpita al descubrir la presencia deste y se produce un malentendido que es remediado graciosamente a pesar la irremediable torpeza de Frau J.
–¿Sí? ¿Quién es?
–Herr Ludwig
–¿Cómo? ¿Quién?
–Ludwig. Ludwig van Beethoven
[Dios santo, es Beethoven de verdad, qué estará haciendo acá, y yo todavía no me lavé la cara. ¿Le abro? ¿Qué le digo?]
–Buenos días... este... usted dirá.
–Vine porque sé que lo tiene a Karl Schmidt encerrado en su habitación.
–¿Karl Schmidt? No sé quién es.
–Vamos. ¿Usted no es Frau J?
–Sí, soy yo, pe-pero...
–Entonces no se haga la inocente que usted a Karl Schmidt, lo conoce bien. ¿Acaso no duerme con él todas las noches?
–Con el único que duermo es con...
–Mire, no me interesa. Yo vine a ver a Karl porque me enteré de que anda con el clavijero flojo.
–¿El clavijero flojo?
–Discúlpeme, ¿usted no tiene un Karl Schmidt modelo 69?
–¿...?
–Su piano, Frau. No es un ¿Karl Schmidt 69?
–Ah, claro. Sí, mi piano. Qué tonta soy. Pero... Herr Beethoven... no me diga que...
–Vine a ajustarle las clavijas a Karl, supe que andaba desafinado y no tolero que nadie me toque las sonatas con el piano desafinado.
–No puedo creerlo. Qué emoción. Me muero de vergüenza Herr Beethoven... es un honor para mí.
–Mire Frau, apúrese un poco que tengo que afinárselo antes de quedarme sordo por completo, de modo que le pido que me lleve donde Karl Schmidt y después me dice todo lo que quiera, ¿le parece?
–Pero cómo no. Pase por acá. Yo quería decirle... yo justo estoy estudiando...
–Patética.
–No, la sonata patética no, la número tres, la que está en do mayor y empieza con las acordes de terceras...
–No Frau. Usted es la patética, no la sonata. Eso es lo que quise decir. Pero no se preocupe, ya va a mejorar.
–Gracias Ludwig, qué amable es usted. Qué emoción.
–Ahora me sostiene el diapasón y se calla la boca. ¿Entendió?
[Addendum: Frau J ha sufrido otras apremiantes pesadillas musicales. Mencionaremos solamente, por razones de espacio, la ocasión en que Charly García le ofreciera ser tecladista de su banda de rock, a lo que ella accedería conmocionada, ruborizándose por completo y diciendo que haría lo que él le indicara, tal era su admiración por el mentado compositor]
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