Ser o no ser
Era tan grande su soledad, que de tan grande no la veía, y al no verla no podía darse cuenta de que su vida se parecía cada vez más a un zapato olvidado en la calle, y al no darse cuenta de lo solo que estaba no llegaba a percibir la melancolía que suele acompañar a la soledad.
Apenas, de vez en cuando, le sobrevenía un cosquilleo en las rodillas, un inexplicable temblor de la mandíbula, o un nubarrón en los ojos que se disipaba enseguida. Pero qué importaba. En definitiva todos están solos cuando tienen que enfrentarse con la idea de no ser, esa que no se comprende aunque uno trate de explicarla de mil maneras diferentes en la forma, pero parecidas en lo inútil del intento.
Era tan grande su soledad. Pero qué importaba.
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