viernes, julio 18

Pavana para una infanta en flor

Y después del amor espeso y alocado de horas anteriores, la infanta púsose a pensar en lo que en la noche había acontecido. Ponderó cada minuto a través de húmedos rocíos matutinos y desta suerte escribió ella una poesía, acicateando su memoria adormilada, e intentando, en vano, que el recuerdo no la perdiera entre dulces temblores o melancólicas reverberancias. Tan pronto aclarósele la mente y el corazón ralentizó su ritmo atropellado, continuó la infanta con menesteres aburridos pero no por eso menos necesarios.

Que no, que no, que no, que todavía no.
[Hay tiempo para todo y si no hay se inventa]
Esperá. Esperá. Esperá. Sentí. Esperá.
[Soy arbitraria e insignificante y de repente existo]
Que ay! Que sí! Que sí! Por favor sí.
[Y sin pensarlo hay agua en todos los resquicios]
Que ¿ves lo que me hacés? ¿Quién sos? ¿Quién soy?
[Y gritos, llantos, besos y después, dormirnos]

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