Ssshhh...!!!
Parece que cuando se tiene entre manos un recipiente que ha sido llenado poco a poco con silencios, nadie se atreve a pronunciar palabra por miedo a ensuciar la torpe transparencia de su contenido. Y así hoy él o ella o quien se quiera, han decidido mantener en blanco el redondel reservado para diálogos. O bien dibujan silencios de blancas, negras o corcheas, que aunque simbolicen algo, ese algo no es más que pedazos de silencio de diferentes tamaños.
-Señorita.
-¿A mí?
-Sí a usted. Deje de una vez ese teclado.
-¿Y usted por qué no se mete en sus asuntos?
-Yo vengo en una misión de preservación del medio ambiente.
-Usted debería tener por misión el cuidado y vigilancia de su retaguardia, no sé si soy clara.
-Clara... clara no podrá serlo jamás. Señorita, yo he sido designado para detectar y deshacerme de todo agente que provoque polución ambiental. Es mi obligación advertirle...
-Pero si yo no fumo.
-No, peor. Usted escribe.
-¿Y eso qué tiene de malo?
-Para que se entere, la palabra es perjudicial para la salud, no sólo de quien la produce, sino de quien la recibe.
-¿Qué me dice?
-La palabra contamina.
-¿Le parece?
-No me parece, ha sido científicamente comprobado por un grupo de renombrados estudiosos del tema. El austriaco Ludwig Wittgestein para empezar.
-Erm. Eh. Entonces...
-¿Entonces qué?
-¿Tengo que dejar de escribir?
-Tendrá que someterse a unas pruebas y análisis específicamente diseñados para la detección y circunscripción de organismos patógenos. Necesitaremos un frasco con una muestra.
-¿Y qué tengo que hacer?
-Cuando recoja la muestra, trate de no salpicar. Tendrá que embocar todo el contenido dentro del recipiente, que deberá ser previamente esterilizado.
-¿Esterilizado?
-No lea nada durante 72 horas. Nada de nada. Así podremos detectar todos los gérmenes contaminantes de origen propio. Está permitida la utilización de embudos.
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