viernes, junio 13

Oficina de correos...

Y la pobre anhelaba perpetuarse y no encontrando manera otra que la de escribirse comenzó a garabatear misivas, epístolas y mensajes de los más diversos tipos, y mandólos por correo caracol --no electrónico si no el que requiere de pluma y papel y sellos postales-- y mandólos decía, más cerca o más lejos, buscando direcciones en guías telefónicas y cuando hubo agotádolas comenzó a inventarlas, que no fuera que se le acabaran las posibilidades de lanzar sus palabras al mundo, y luego también lo hizo mediante viejas botellas de whisky y amargo serrano, más tarde utilizó globos y palomas, habiendo previamente conseguido helio para los globos y maíz para las palomas, enviólas sin rumbo fijo, es decir, con el sólo propósito de que llevaran un pedazo de su humilde existencia a los más remotos rincones de la tierra.
Así lo hizo, y sintióse feliz y trascendente como una emisión de programa de TV vía satélite, diose cuenta de que había franqueado fronteras geográficas y también las llamadas del lenguaje, que ahora sí, ahora sí, por fin, su vida tenía sentido, así que suicidóse de palabras y a modo de broma o chascarrillo comenzó a enviar papelitos en blanco.

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