Diálogo con escritora, adulador al tono e intentos de polisemia:
...
–Te admiro, tus libros me han parecido hermosísimos, estoy tan emocionado de estar aquí con vos. Yo quería preguntarte una cosa, si me lo permitís. ¿Cuando vos escribiste “Clodomira se asea”, quisiste apuntar a la intrascendencia ontológica del acto como acto en sí? O tu intención era señalar que Clodomira es una chica pulcra y de su casa y no una mugrienta olorosa a pescado podrido de esas que uno las siente venir veinte kilómetros antes de que lleguen.
–Es cierto, sí, efectivamente, hay algo de arcano en la acción aparentemente trivial de Clodomira enjabonándose las partes.
–Yo creo que esa es la magia de la literatura. El creador dice “Clodomira se asea”, y todos quedamos en éxtasis ante la imagen evocadora de tantos polvos echados en baños públicos y plazoletas de barrio; ante el recuerdo del olor a puerto marplatense de la tal Clodomira contrastando con el perfume embriagador del Heno de Pravia sabiamente distribuido sobre la piel que se adivina suave.
–Me alegro de que hayas podido ver todo eso. Sos un lector atento, audaz.
–Es que vos tenés esa capacidad... esa habilidad para hacer sonar la cuerda más íntima de quien tiene la dicha de leer tus textos. Cuando “Clodomira se asea”, uno siente verdaderamente el estremecimiento de la piel de Clodomira ante el contacto con la esponja. Uno puede imaginar la piedra pómez recorriendo la geografía de sus pies y el sonido de la música del agua bajando alegre hacia el agujero de la bañera. Envidio el erotismo que tus escritos dejan traslucir así como si jamás te lo hubieras propuesto.
–Es que ese es mi secreto, transmitir imágenes diversas a partir de ideas simples. Porque yo soy una escritora con todas las letras.
–La E de efímero elefante ecuestre, la S de solitaria sardina siberiana, la C de creativo cántaro colorado, la R de rutilantes rinocerontes rwandeses, la I de inquieta inspiración istriónica, la T de temporáneo tomate, sí temporáneo tomate, ¿o preferís que use tres palabras todas las veces? La O de obnubilación ortogonal, la R... la R ya la dije, ¿de qué era...? ¿R de romántico rende-vouz? Y por fin la A, de alondra anticipada y ardiente.
–Gracias, gracias, no es para tanto. Ah... disculpe que me entrometa, pero histriónico es con H.
–H de hermosa.
–Gracias, que me hace ruborizar.
–Faltaba más.
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